domingo 03 de noviembre de 2024
Edición Nº2519
Actualidad » 8 sep 2023

Diario del Juicio

"Los Santucho somos una familia diezmada"

En la centésimo décimo tercera audiencia del Juicio de las Brigadas del “Pozo” de Banfield, “Pozo” de Quilmes y “El Infierno” de Avellaneda, llevada a cabo a instancias del Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata, prestaron declaración testimonial Graciela Gómez, Mario Santucho y Marcela Santucho, ambos hijos de Roberto Santucho; Gustavo Zurbano, Alfredo Martínez Galvez, Juan Carlos Uñates, José Funes Lorea y Carlos Brandli, quien aporta su relato en dos causas.


El primer relato de la jornada está a cargo de Graciela Gómez, quien es secuestrada en julio de 1975 mientras se encuentra en la casa de María Leonor González. De ahí es llevada al Pozo de Quilmes, zona que conoce y frecuenta por trabajo. Después de unas horas en cautiverio, es liberada y decide ir con sus padres.

Al día siguiente, un grupo de militares se presenta en su domicilio y nuevamente la detienen, esta vez junto con su marido Carlos Constanzo, y son llevados al Pozo de Quilmes. De allí es trasladada a Olmos, donde está nueve meses y luego a Ezeiza, para finalmente tomar un vuelo a Perú. 

La testigo rememora su exilio y no puede evitar emocionarse al describir la despedida de sus papás. Su memoria pierde precisión debido a sus 76 años, sin embargo, la intuición que siente el día de su secuestro se encuentra intacta. 

Al llegar a Perú espera a su pareja. Tiempo después se trasladan a México y, recién con el regreso de la democracia, puede volver al país. Al finalizar la audiencia, solicita “que se haga justicia”.

Los hermanos Mario y Marcela Santucho

El segundo testimonio está a cargo de Roberto Santucho, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). A lo largo de su vida tuvo tres hijas, Ana, Gabriela y Marcela, fruto de su relación con Ana Villarreal y un hijo, Mario, con su última compañera Liliana Delfino. 

Santucho es secuestrado el 19 de julio de 1976 junto a Liliana Delfino y compañeros. Pese a la búsqueda inalcanzable de su familia sus restos nunca fueron restituidos pero sí exhibidos como trofeo de guerra.

A lo largo de los años logra evocar poco a poco qué pasó el día en que un grupo de civiles irrumpe en su casa de Morón y lo detienen. Por la reconstrucción sabe que el 8 de diciembre de 1975 llegan a su vivienda ocho personas vestidas de civil, mientras él junto con sus hermanas, sus primas, su tía Ofelia de Santucho y Esteban, hijo del compañero Ricardo Abdón, festejan un cumpleaños. 

Recuerda que lo apuntan, insultan y amenazan con matarlo. Revuelven entre sus pertenencias en búsqueda de indicios de  Roberto Santucho, su papá, y finalmente se llevan detenidos a los nueve niños y a Ofelia. 

En el momento del secuestro su hermana Marcela tiene 13 años y ese día, mientras sucede el horror, juega en el jardín de la casa. Tiene recuerdos vividos que se transparentan en su mirada cuando declara, ya que presencia el momento en el que las personas entran y apuntan a sus familiares. 

Esa noche son llevados al Centro de Detención Puente 12 ubicado en La Matanza. Tanto las hermanas como las primas, todas menores de edad, son violentadas. Ofelia y su hija de 14 años son interrogadas por el Mayor Peirano, cuyo nombre real es Carlos Españadero un militar retirado del Ejército, quien las indaga con la intención de saber acerca del paradero de Roberto Santucho.

El 10 de diciembre su familia es llevada al Pozo de Quilmes sin Ofelia. Dos días después, ella se reencuentra con los demás niños y son enviados al Hotel Esplendid, en el Barrio de Flores. Al enterarse de la situación, un compañero de la familia Santucho se ofrece a buscarlos y llevarlos a la Embajada de Cuba, donde están hasta su exilio en diciembre de 1976. 

En principio Mario regresa con sus padres, pero en el Golpe Cívico-Militar de 1976 lo envían junto a Diego, hijo de su mamá, a Cuba. En 1991, regresa al país y realiza la filiación que certifica su identidad y reconstruye los lazos. “Somos una familia diezmada”, finaliza.

Manuela Santucho y Cristina Navajas

La siguiente declaración está a cargo de Manuela Santucho, abogada de presos políticos y militante del PRT junto a su hermano Julio Santucho y su cuñada Cristina Navajas.

El 13 de julio de 1976 Manuela, Cristina, y Alicia D´ambra son secuestradas de su departamento en Capital Federal. Los tres menores que se encuentran en el lugar: Diego Genoud, hijo de Manuela, Camilo y Miguel Santucho, de Cristina, quedan al cuidado de una vecina quien avisa a Nélida Navajas, madre de Cristina y posterior referente de Abuelas de Plaza de Mayo.

Al ir a buscar a los niños Navajas se entera, mediante una nota a Julio Santucho, que su hija está embarazada. 

Las tres son llevadas a Coordinación Federal y luego al Centro Clandestino conocido como “Automotores Orletti”, en el Barrio de Flores. A finales de 1976 son trasladadas al «Pozo de Banfield» donde están varios meses y se la ve a Cristina con un embarazo avanzado. 

El 15 de abril del año siguiente una testigo relata que se encuentra con ellas y diez días después son trasladadas siendo ese el último testimonio de las mujeres con vida. 

El 29 de julio de 2023 el país se entera de la emocionante noticia de la restitución del nieto 133, el hijo nacido en cautiverio de Cristina Navajas y Julio Santucho. Hoy la familia Santucho tiene una nueva oportunidad de reencuentro.

La sospecha de no saber

El posterior relato está a cargo de Gustavo Zurbano, quien da testimonio sobre la desaparición de Abel Fuks, Graciela Torrano y Alejandro De Sio. 

El testigo estudia en el Bachillerato de Bellas Artes de la Universidad de La Plata y a partir de la Masacre de Trelew en 1972 toma contacto con expresiones políticas y se incorpora al grupo de estudiantes de secundaria antiimperialista, donde militan sus compañeros que luego serán desaparecidos.

La forma de plasmar sus ideales era “terminar el secundario e incorporarse a las filas de los trabajadores de la Región”, afirma.

En el momento en que el régimen dictatorial toma la decisión de desconocer la jornada laboral de seis horas por insalubridad y pretende ampliarla a ocho, desde la organización estudiantil, inician una campaña repartiendo panfletos en el tren.

Al llegar a la estación observan que está vigilada. A pesar de tomar medidas de protección tales como no hablar por teléfono y no regresar a sus casas, entre la noche del 2 de septiembre y el 4 de septiembre de 1976, Fucks, Torrano y De Sio son secuestrados.

Años después, Zurbano conoce a una persona que le relata que comparte cautiverio con una pareja, un músico, y recuerda el nombre Abel. Entre ambos reconstruyen relatos y llegan a la conclusión de que hablaban de Abel, Alejandro y Graciela. La voz de Gustavo está calma mientras dice que durante años tuvo la sospecha de saber qué había pasado con ellos.

La dictadura y el mundial de fútbol

La siguiente declaración es llevada a cabo por Alfredo Martínez Galvez quien al hablar demuestra su emoción. Con gestos incómodos indica que el 30 de marzo de 1978, mientras está con su mujer Raquel Zabal y sus hijas, varios hombres rompen las puertas de su casa y lo llevan detenido. 

Durante su cautiverio, que según recuerda fue en Quilmes, ve a algunas personas con las que solo habla de fútbol. Lo mismo hace en cada oportunidad que lo interrogan ya que ese año Argentina juega el mundial de fútbol. “Hablaba de las canchas, del juego”, explica. 

Con quien sí dialoga sobre lo que sucede es con Juan José, un compañero del barrio. Recuerda que “se los llevaron a todos”, menos a él y a otro compañero a quien menciona como «colaborador de los servicios». 

Días después Galvez es trasladado a Florencio Varela hasta su extradición a Chile, donde lo espera una de las dictaduras más largas de la región, la de Augusto Pinochet.

Testigo en dos causas: Juicio de Brigadas y  1 y 60

El sexto testigo de la audiencia Carlos Brandli comienza relatando que se encuentra secuestrado desde el 27 mayo al 23 de agosto de 1976, momento en que pasa a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). 

Durante ese período está detenido en Quilmes, Arana y La Plata, y por este motivo su declaración servirá a dos causas: Juicio de Brigadas y 1 y 60. Ambos tribunales, jueces del Tribunal Oral Nº1 y Nº2 de La Plata, se encuentran conectados cuando Brandli comienza su relato cronológico. 

Carlos tiene 23 años cuando un grupo de personas lo detienen junto a su compañera Sonia que está embarazada. Ambos son llevados en un vehículo desde la ciudad de Baradero hasta La Plata. Sabe que está en las calles 1 y 60, por los comentarios casi silenciosos de las personas detenidas.

A lo largo de tres meses es trasladado varias veces. Primero lo movilizan al Pozo de Arana, donde la violencia y el hostigamiento se vuelven cotidianos ya que lo obligan a declarar sobre la Juventud Peronista y le consultan sobre acciones particulares y nombres. 

Posteriormente lo conducen al Pozo de Quilmes y le informan que “el 22 de agosto iba a recibir el PEN o lo iban a liquidar”, afirma. El 23 de agosto, ya en la Comisaría 8va de La Plata, le informan que pasa a disposición del PEN. 

Meses después, en noviembre, lo llevan a la Unidad Nº9 de La Plata y pasa a formar parte del circuito legal hasta después de 1979. 

Brandli continúa su vida alejado de la militancia, y si bien hace algunos años que retoma la actividad política, hoy siente que prefiere estar lejos.  

El detenido tres veces

El anteúltimo testigo Juan Carlos Uñates comienza relatando que se encuentra en una casa en Florencio Varela junto a su compañera, Adelina Lucero, cuando varios hombres irrumpen. En esa madrugada también pudo ver a César “el colorado” con la cara llena de sangre, a quien los hombres pedían que confirmara la identidad de Juan y Adelina. 

Durante el relato de Juan el apodo de “el Colo”, su compañero, no deja de aparecer. “Solo él y dos personas más sabían que estaba en esa casa”, explica.

Luego del secuestro, Juan y Adelina son llevados al Pozo de Quilmes. Juan sufre torturas hasta que escucha la frase que le alivia el cuerpo: “llevalo, tenemos a otros”. A pesar de esto, Uñates no niega conocer a “el Colo” y tampoco su participación en la Juventud Peronista. 

Días después, son transportados hasta unas vías de tren y les indican que no miren hacia atrás, mientras los dejan en libertad. 

El 19 de septiembre de 1978, nuevamente lo detienen, y en esta oportunidad, lo llevan diez días al Centro de Detención Clandestino El Vesubio.

También hay una tercera detención, en una cita con sus compañeros. Al momento de salir, Uñates se aleja de las actividades y se recluye durante un tiempo en la casa de sus padres.

“No se supo más nada”

Para finalizar la extensa jornada se toma testimonio a Javier Funes Lorea, hermano de María Mercedes Funes, quien relata brevemente la forma en que en julio de 1977 detienen a su hermana y su marido de su casa de Haedo. 

Las palabras son pocas y las ideas concisas. “Tengo entendido que fue desaparecida (…) No se supo más nada”, cuenta. 

Finalizados los testimonios, y no habiendo podido establecer la conexión con el testigo Portillo Servin, se da como terminada la audiencia

La próxima jornada del debate oral y público se establece para el martes 22 de agosto a las 8.30 donde se espera la participación de tres testigos: Francisco Gutierrez, Daniel Feierstein y Atilio Portillo Servin. Portillo.

*Cobertura realizada por Pamela Tomás. 

Diario del Juicio. 15 de agosto de 2023. “LOS SANTUCHO SOMOS UNA FAMILIA DIEZMADA”. Recuperado de….»https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1642″

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