viernes 26 de abril de 2024
Edición Nº2328
Actualidad » 21 dic 2021

Diario del Juicio

“No les deseo por odio nada a quienes hicieron esas barbaridades, lo que quiero es justicia”

Audiencia N°52, 14 de diciembre de 2021. Juicio “Pozo” de Banfield, “Pozo” de Quilmes y “El Infierno” de Avellaneda. En una nueva jornada del Juicio a las Brigadas prestaron declaración testimonial Fabián Muñoz y Ana Laura Mercader.


Por:
Redacción

Los rostros aparecen lentamente en la cuadrícula. La audiencia comienza con problemas técnicos vinculados a la virtualidad tales como la mala conectividad y el mal funcionamiento del audio. El Secretario Julio César Díaz guía telefónicamente a la primera testigo Ana María Caracoche. 

El Juez del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Ricardo Basílico decide dar un cuarto intermedio para que la testigo pueda conectarse con otro dispositivo y así comenzar la jornada, pero dado los inconvenientes técnicos, Caracoche solicita alterar el orden de las declaraciones e iniciar con el testimonio de Fabián Muñoz que ya está conectado. 

El reloj marca las 9:25. Basílico verifica la presencia de todas las partes: jueces, fiscales, querellas y defensas. Una vez constatada la asistencia da comienzo a la lectura de la causa y los imputados en la misma. Al finalizar le cede la palabra a la Querella de Abuelas de Plaza de Mayo que realiza las preguntas.

El primer testigo Fabián Muñoz relata que su núcleo familiar directo, sus hermanos Alberto y Silvia Muñoz, sus padres Carmen Barreiro y Alberto Mario Muñoz y él, fueron víctimas de la última dictadura cívico-militar.

En 1972 sus padres eran militantes peronistas y sus hermanos comienzan a introducirse en la militancia. Dos años después empieza a haber vigilancia en la puerta de su casa, la cual es cada vez más intensa, hasta el punto de llegar a tener el teléfono intervenido.

“Entre abril y mayo de 1975 teníamos la sensación de que iba a producirse algo. Se respiraba miedo. Una noche entró una patota y rompió todo. Me acuerdo de ver volar vidrios y en la puerta un coche falcon. Buscaban a mi hermano Alberto para matarlo”, cuenta Muñoz.

A su padre lo tienen a punta de pistola. Permanecen en el domicilio durante varias horas buscando información y lo único que encuentran es un diario de su hermana Silvia Muñoz que tenía algunas inscripciones de montoneros. A partir de ese momento la incluyen a ella como blanco. 

Sus hermanos sufren persecuciones e intentos de asesinato y por ese motivo son trasladados: Silvia a La Plata y Alberto a Mendoza. A él y a sus padres les recomiendan escapar de la ciudad y se esconden durante dos meses en Bariloche. 

«Nosotros no sabíamos en qué domicilio vivían mis hermanos, no teníamos que saberlo. De mi hermano no sabíamos a qué lugar había sido trasladado porque era una persona muy cuidada», explica. 

Durante su estadía en Bariloche recibe en dos oportunidades visitas de sus hermanos. En la segunda le avisan a su padre acerca de una visita urgente de parte de su hija Silvia, quien le informa que su hermano Alberto «había caído». 

«Empezamos a preguntar por todos lados por mi hermano pero nos cerraban las puertas. Mientras estaba en Mendoza y jugaba en la plaza me acerco a un puesto de diarios y veo que en la tapa dice ‘se detuvieron a once subversivos’ y en la foto estaban mi hermano y mi cuñada. Yo empiezo a los gritos y ahí con la noticia empieza la búsqueda», relata angustiado.

Estando en Mendoza su padre habla con el director de la Cárcel Modelo quien le permite ver a Alberto, al que encuentra en muy malas condiciones físicas y muy torturado.

«Mis tíos empezaron una movida por mis padres. Ellos estuvieron secuestrados alrededor de noventa días en La Cueva, en la Base Aérea. Yo pensaba que estaban muertos, fue un shock volver a verlos después de haber sido liberados», manifiesta.

A finales de 1978 cuando sus padres recuperan la libertad reciben una carta donde les informan que su hermana Silvia estaba embarazada y en ese momento comienzan a averiguar acerca de su paradero. 

Su madre empieza a asistir a las primeras reuniones clandestinas que se realizaban en la iglesia Santa Ana. Gracias a ello logra ponerse en contacto con personas que sabían acerca del paradero de Silvia, quienes le confirman que estuvo detenida en el Pozo de Banfield.

«En 1982 mi hermano Alberto es liberado y ahí mi madre comienza una movilización más continua en Mar del Plata junto a la organización Abuelas de Plaza de Mayo. En la transición democrática, en uno de sus actos, Alfonsin dice: ‘le digo a esas madres de pañuelo blanco que hay desaparecidos con vida’, las familias preservaron fuertemente esa esperanza», cuenta.

Hace tres años se pone en contacto con Fabián la sobreviviente Alicia Mini, le relata que estuvo detenida junto a su hermana Silvia algunos días y le confirma su embarazo avanzado. 

«Lo de Alicia fue la última información que tuvimos sobre Silvia cursando el sexto mes de embarazo. No nos da la certeza pero sí la esperanza de quizás algún día poder conocer al hijo de Silvia. Mi mamá vive porque todavía continúa con esa esperanza», dice entre lágrimas. 

El Juez del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Esteban Rodríguez Eggers le consulta al testigo acerca de cuál sería para él una reparación integral de la víctima. «La reparación integral para nosotros, para Abuelas, sería que los genocidas hablen y den información y, que el estado profundice la búsqueda de estas identidades que buscamos”, afirma.

«No les deseo por odio nada a quienes hicieron esas barbaridades. Lo que quiero es justicia», concluye Fabián Muñoz.

¿Cuántos años vamos a tener que sobrevivir para poder vivir en paz?

El segundo testimonio de la audiencia está a cargo de Ana Laura Mercader, hija de los desaparecidos Anahí Silvia Fernández y Mario Miguel Mercader.

La testigo que reemplaza a Ana María Caracoche también tiene problemas para acceder a la plataforma. El secretario del Tribunal Oral Federal N°1 de La Plata Julio César Díaz se comunica con ella para ayudarla a ingresar nuevamente a la reunión con otro dispositivo.

El 10 de febrero de 1977 a las 7 de la mañana una patota de veinte hombres ingresa por el techo y la puerta al domicilio donde vivía junto a su familia en Tolosa. Su padre no se encontraba en la casa pero sí su hermana más chica, ella y su mamá.

“Nos realizan un interrogatorio acerca de donde se encontraba mi padre. Cerca de la una de la tarde mi madre manifestó que mi hermana y yo teníamos hambre. Ellos fueron a comprar y mi mamá cocinó milanesas para nosotros y para ellos”, cuenta. 

La patota de veinte hombres que ingresa a su domicilio encierra a su hermana, su niñera y a ella en una habitación de la casa. Mario llega en su moto junto a un compañero, su esposa al escucharlo le grita: “’Corré Mario”, pero en su intento por saltar una medianera le disparan en una pierna y lo trasladan junto a su mujer. 

“A partir de ese momento mis abuelas comienzan una búsqueda haciendo trámites en la CONADEP, piden realizar hábeas corpus y buscan a mis padres en neuropsiquiátricos pero todas las respuestas eran negativas”, relata. 

«Una monja compañera del trabajo de mi abuela materna del Hospital Naval la llama para decirle que tenía noticias de mi mamá, que estaba viva en un neuropsiquiátrico y que no estaba en buenas condiciones mentales”, explica. 

En el mismo año el diario “La Opinión” publica una noticia en la que se afirma que Mario había fallecido en un enfrentamiento. Días posteriores allanan el domicilio de la abuela de la testigo y se roban elementos de valor. Luego se enteran de que la noticia es falsa y continúan con la búsqueda acercándose a madres de Plaza de Mayo.

«En el año 2009 mi tío nos cuenta que reconocieron los restos de mis padres. Fue algo inesperado, después de tantos años sabíamos que no estaban vivos, pero esta noticia… Aquello que parecía tan volátil como lo es la desaparición pasaba a tener un peso y una certeza de que los habían matado», expresa entre lágrimas.

Luego recaban información: su madre había sido sepultada en el cementerio de Avellaneda y su padre en Rafael Calzada. El informe de Antropología Forense establece que Anahí Silvia Fernández y Mario Miguel Mercader fueron asesinados y fusilados.

«Fue un proceso largo, teníamos que determinar qué íbamos a hacer con los restos antes de que nos los entregaran. Cuando nos tocó ir a buscarlos la Justicia no acompañó, los fui a buscar, los llevé a mi casa y al otro día los llevé al mausoleo del cementerio de La Plata», cuenta angustiada.

La Fiscal Auxiliar Ana Oberlin realiza preguntas aclaratorias a la testigo para precisar fechas, nombres y situaciones acontecidas. 

“A cuarenta y cinco años del horror podemos ver que el tiempo sigue pasando y que los procesos judiciales no están completos. Los hijos e hijas hemos pasado nuestra vida intentando completar nuestra identidad e historia. ¿Cuántos años vamos a tener que sobrevivir para poder vivir en paz? No va a haber nunca más hasta que este proceso judicial no cierre”, concluye. 

El juez Ricardo Basílico establece un cuarto intermedio de cinco minutos para intentar nuevamente que la testigo Ana María Caracoche pueda conectarse pero el inconveniente técnico persiste, por lo tanto declarará el martes siguiente. 

La próxima jornada del debate oral y público será el martes 21 de diciembre a las 9 y se tomarán las declaraciones testimoniales de Ana María Caracoche, Gerardo Luis D’ambra, Eduardo Sergio D’ambra y Ricardo Miguel D´ambra.

*Cobertura realizada por Sofía Parcesepe.

Diario del juicio. 14 de diciembre de 2021. “NO LES DESEO POR ODIO NADA A QUIENES HICIERON ESAS BARBARIDADES. LO QUE QUIERO ES JUSTICIA”. 

Recuperado de  https://diariodeljuicioar.wordpress.com/?p=1031

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