martes 23 de abril de 2024
Edición Nº2325
Actualidad » 24 oct 2021

Usina de pensamiento popular

Entre individualismo egoísta neoliberal y la comunidad organizada, es la lucha

"Recuperar la Comunidad Organizada como eje de las organizaciones libres del Pueblo es la llave de la Liberación Nacional", reflexiona el columnista Jorge Rachid


 Por Jorge Rachid


Las últimas cinco décadas de la historia mundial, de la cual nuestro país no ha sido ajeno, han sido marcadas por las culturas dominantes globalizadoras, que actuando en nombre de la Modernidad, han avasallado bajo un formato colonial las conductas políticas, económicas, institucionales de los países, como así también funcionaron modificando hábitos y costumbres de los pueblos, que se conforman desde las subjetividades forjadas en años en sus ámbitos familiares y sociales y que se encadenaron en la invasión cultural, avasallando desde el lenguaje a las comidas cotidianas.

Ese monopolio cultural del sentido a nivel global, no sólo ha modificado aspectos culturales cotidianos, sino que ha variado, alterando hasta la mirada internacional, marcando prioritariamente aquellos ejes que son compatibles con las necesidades estratégicas de los Imperios, grupos concentrados de poder, que a nivel mundial no dudan en arrasar poblaciones, producir desplazamientos humanos, destruir ciudades y Patrimonios históricos de la Humanidad, bajo diferentes excusas, siempre referidas a la preservación de la Libertad y la Democracia, en un ejercicio de la hipocresía política y crueldad humana llevada a su máximo nivel.


En ese marco los Pueblos han estado bajo un fuego constante de desinformación, ocultamiento y mentiras sobre los acontecimientos, que en cinco décadas han atravesado generaciones, llevando a diferentes interpretaciones de la historia, bajo la lupa de la cultura dominante neoliberal, que ha instituido dos temas vertebrales a su concepción de ordenamiento del mundo: el Mercado como ordenador social desplazando al Estado y el individualismo egoísta, que lleva a la diáspora social a los Pueblos, con sus pérdidas consecuentes a éste hecho, como es la dilución de la Identidad y la destrucción de la Memoria, que son la cédula de la identidad social situada.

La solidaridad social activa que ha sido recuperada por la Pandemia, desplazando ese “salvarse solo” del individualismo, permitiendo la recuperación de las identidades de los Pueblos en función de las luchas por vencer al virus, como destino común. Junto a la recuperación del Estado como ordenador social y planificador de las políticas públicas, convergieron ambas en la comprensión popular en la necesidad de recomponer los lazos sociales destruidos desde hace años, que bombardeados por la dinámica consumista, invasiva, prepotente de creación de ansiedades de aspiración social como demanda, fueron construidas alrededor de los objetos, presentados como posibilidad “del ser y del pertenecer” compulsivamente, en la comunidad de los incluidos.
Es que la cultura neoliberal individualista ha hecho perder, desde una concepción política ideológica, la comprensión del “otro”, disipando esos lazos estrechos familiares y sociales, de vecindario, de objetivos comunes, clubes, colegios, cooperadoras entre otras actividades, que fueron acorraladas por una lógica gerencial, como en la salud y la educación, destinada al lucro, llegando a tercerizar o privatizar, actividades que antes eran realizadas en forma comunitaria, solidaria y voluntaria, destruyendo el tejido íntimo de la lucha compartida, de los ideales comunes y las esperanzas del Buen Vivir, que se expresa en la Comunidad Organizada claramente como la felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación.

Es que la Comunidad Organizada, que viene desde el fondo de la historia, reproduce los modelos sociales que ya adoptaban los Pueblos Originarios en sus conductas comunitarias, en donde “uno es todos en la comunidad y es nadie fuera de ella” (Alicia Torres). Esos conceptos fueron arraigados en nuestros pueblos, trans-culturalizados por el intercambio étnico después de la colonización y conservaron esas prácticas comunes, desarrollando formas de defensa comunitarias que fueron desde la Montoneras gauchas enfrentando a la colonización portuaria porteña, hasta los movimientos resistentes a las invasiones británicas y francesas de Obligado y la portuguesa de la Batalla de Caseros, que le da forma institucional a la entrega de la soberanía nacional al vencer las resistencias provinciales y que se continuó en las luchas de ampliación de derechos y del trabajo de los siglos XlX y XX, de las diversas comunidades y actores sociales hasta los trabajadores organizados, por su dignificación.

Todo lo descripto fue relatado por los vencedores, es decir desde la mirada colonizadora y dependiente bajo la consigna “civilización o barbarie”, identificando a los pueblos como lo arraigado al atraso y las culturas ajenas a la Modernidad. Esa óptica que destruye identidad, despersonaliza los pueblos de su historia y pretende hacerles romper los lazos sociales que estructuran su destino común. Esa colonización es la enemiga de las posibilidades nacionales de Liberación, porque al propender a la diáspora social precariza las comunidades y sólo las interpreta desde un abordaje superficial y que hace de la ayuda social institucional, una herramienta de control político y disciplinador de las conductas colectivas.

Esa práctica fue derrotada por Evita al aplastar la Beneficencia como escape de conciencias de los ricos, instituyendo la Justicia Social que no sólo repara, sino que construye dignidad. Ésta construcción de derechos, fue apuntalada por el desarrollo filosófico de Perón y la Comunidad Organizada en el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949, en el que llamaba a derrotar el concepto “demo liberal burgués”, del aislamiento de los pueblos de las acciones de gobierno, limitando su participación al hecho del voto activo en su emisión, pasivo en el control y participación comunitaria de la gestión estatal, enterrando el poder popular como institución, transformándolo en testigo de la historia antes que el verdadero protagonista.

Es que lo institucional como herramienta que invade territorios desconocidos de la comprensión cultural de los pueblos, lo hace con preconceptos ajenos a su propia práctica social, injertando desde una supuesta hegemonía profesional del poder, lógicas y métodos ajenos a la Comunidad a la cual están dirigidos, fracasando en sus objetivos en el mejor de los casos o dañando las propias culturas pretéritas en otros. No se hablan los mismos términos y cuando son coincidentes sus interpretaciones son diferentes, estableciendo un diálogo no escuchado ni comprendido, tomado como un ejercicio del poder político institucional de los profesionales del “saber académico”, no siempre coincidente con la práctica social a la cual arriman sus mejores intenciones.

La impregnación neoliberal ha atravesado todas las capas sociales y profesionales, de la cual la política no es ajena, siendo uno de sus blancos preferidos por el enemigo, en el armado de herramientas de aproximación a la pobreza/exclusión como parámetros fijos de un abordaje totalizador que no respeta en muchos casos, la intimidad social que subyace en ese universo al cual se dice comprender. Es que la política como expresión de la capacidad de superar las asimetría propias de la comunidad con un Estado activo, aborda los ejes reparadores materiales, sin comprometerse a fondo con la convivencia necesaria del escuchar/comprender, desde lo afectivo a lo convivencial al “otro” situado, al decir de Rodolfo Kush. La dirigencia política tiene una deuda pendiente desde el campo nacional y popular que saldar, despojándose de esa carga neoliberal cultural que ha llevado a la fragmentación y el sectarismo individualista, estallando en el seno de sus propias organizaciones. Muchos de los Programas y Planes sociales han sido instrumentados por el mismo enemigo neoliberal desde el Banco Mundial y el FMI.

Es que el conocimiento de la realidad social de las comunidades, se realiza en la convivencia con las mismas, comprendiendo sus miradas y sus saberes, incorporándolos a las alforjas de los instrumentos académicos, en vez imponer estos como herramienta de poder al cual deben ajustarse las poblaciones objetivos, en términos de despliegue de estrategias planificadas desde ámbitos ajenos.

Por otra parte en las comunidades conviven sectores sociales diversos que no constituyen un común denominador social, sino que se articulan entre ellos, como en cualquier población más allá de ubicación económico-social, sin la participación externa que suele observarlos bajo un prisma común, llevando a la incomprensión de los fenómenos y necesidades expresadas por esos pueblos, que no siempre se reflejan en los indicadores marcados y armados externamente para su comprensión íntima.
Por esa causa el proceso de colonización intentó desde siempre destruir los lazos históricos atacando la Memoria e Identidad de los Pueblos, en cada período que actuó desde el poder, en un ejercicio continuo de ocupación del espacio simbólico de las conciencias colectivas del pueblo, comenzando con la apropiación de la historia mitrista y su continuidad hasta hoy con el diario La Nación marcando agenda, hasta el despliegue obscenos de nuevas invasiones culturales colonizadoras de los saberes previos, abarcando la mirada del mundo desde un lente imperial, antes que nacional, popular y latinoamericanista, como fue la mirada de nuestros Padres Fundadores de la Patria Matria Grande: San Martín, Artigas y Bolívar.

Recuperar la Comunidad Organizada como eje de las organizaciones libres del Pueblo es la llave de la Liberación Nacional, es la posibilidad de sellar nuestra región a la manipulación extranjera, los saqueos de los recursos naturales, la proyección del pensamiento mestizo, moreno criollo profundo de nuestra América, que construye en paz su destino común, protegiendo a los seres humanos y la naturaleza, en esa comprensión cabal de una misma esperanza, fundada en nuestra construcción del pensamiento tan alejada de los conceptos mercado/céntricos macro económicos, que han infectado gravemente la vida de los Pueblos y han llevado dolor y exclusión social a una Humanidad necesitada de recuperar valores y afectos, destruidos por la lógica neoliberal, durante cinco décadas de hegemonía de dominación.

Texto publicado en PRIMERO LA PATRIA > www.lapatriestaprimero.org

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias

VIDEOS