martes 23 de abril de 2024
Edición Nº2325
Actualidad » 10 sep 2021

Diario del Juicio

Reconstruir el rompecabezas

Audiencia n° 37, 24 de agosto de 2021. Juicio “Pozo” de Banfield, “Pozo” de Quilmes y “El infierno” de Avellaneda. En la trigésimo séptima jornada del Juicio a las Brigadas declararon Florencia Chidíchimo, Cristina del Río y Rubén Ares.


Florencia es hija de Ricardo Chidíchimo, desaparecido el 20 de noviembre de 1976 en Ramos Mejía, partido de La Matanza. “Él fue un militante político y por eso lo vinieron a buscar, lo llevaron y lo pasaron por tres centros distintos, lo torturaron y después lo mataron y al día de hoy no tenemos el cuerpo”, describe con firmeza la testigo.

Ricardo había finalizado sus estudios de la Licenciatura en Meteorología de la UBA y era militante de la Juventud Universitaria Peronista. Al momento de su secuestro “estaba armando el Partido Auténtico, era la rama política de Montoneros”, junto a otros militantes que también fueron secuestrados entre el 17 y 20 de noviembre. Esa madrugada “entran a casa, rompen la puerta, roban cosas (…) a mi papá lo llevan hacia el living y a mi madre la manosean, la golpean y deciden dejarla”, relata Florencia.

A partir de ese momentoempezó la búsqueda de información sobre el paradero de Ricardo, pero no pudieron encontrar ningún dato hasta 1994, fecha en la que Florencia retiró un certificado de Desaparición Forzada de Personas de la Secretaría de Derechos Humanos, en donde figura que su padre estuvo detenido en “El Infierno” de Avellaneda; último lugar en donde se lo vio con vida. “El infierno era un lugar de destino final y destino final significa que los asesinaban”, expresa conmovida.


Cristina del Río es la esposa de Ricardo Chidíchimo y la segunda testigo de la jornada. Recuerda que la noche del secuestro habían ido a un casamiento, volvieron de madrugada y mientras dormían escucharon que en la puerta gritaban: “Policía, abran, policía”. Ingresaron por la fuerza, los interrogaron y “robaron todo”. Al referirse a “la costumbre tremenda que tenían de apropiarse de los niños”, señala que “por suerte” su hija Florencia, que en ese momento tenía ocho meses, estaba con sus abuelos.Era las cinco de la madrugada cuando se fueron y secuestraron a su esposo.

El testimonio atraviesa la búsqueda desesperada de Ricardo:presentaron dos hábeas corpus, tuvieron entrevistas con contactos en el Regimiento de Ciudadela, en el Regimiento de La Tablada y en la Iglesia. Nunca más volvió a ver a su esposo.

Cristina cuenta que en 1977 conoció a Nilda Eloy, sobreviviente que estuvo en cautiverio en “El Infierno” de Avellaneda junto a Ricardo. Ella le brindó noticias de su marido cuando aún estaba con vida: “Había una ventana chica, donde se veía el cielo y Ricardo todos los días daba el parte meteorológico. Increíblemente los sacaba a pasear afuera, a ver el cielo, recorrer las nubes a partir de las palabras que él decía”, se conmueve.

Al finalizar la declaración testimonial Cristina pide: “Justicia para Ricardo, para los 30 mil compañeros desaparecidos y que se logre la cárcel común y efectiva”.


Presta la última declaración de la audiencia Rubén Ares, expolicía sobreviviente del “Pozo” de Banfield.

Rubén fue bombero voluntario en Quilmes hasta que ingresó a la Escuela de Policía “Juan Vucetich” para luego trabajar en la Brigada de Quilmes como asistente del comisario.

El testigo recuerda que un domingo y Día de la Madre en 1976, ayudó a un compañero de trabajo a llevar una olla con comida “a los presos políticos del tercer piso, estaban vendados, con las manos atadas atrás”. Les permitieron quitarse las vendas y soltarse las ataduras para poder comer.

Días después miembros y compañeros de trabajo de la Brigada de Quilmes fueron a buscarlo a su casa: “No sospeché en ningún momento lo que me iba a pasar”, revela. A partir de ese momento, lo interrogaron, le sacaron el arma, lo subieron a un auto y lo encapucharon. “Me llevaron a La Plata, a Arana. Me hicieron desnudar, me ataron en un elástico de cama, me daban y me daban corriente”, dice y llora.

A los pocos días, y con un arma apuntándole en la cabeza firmó la renuncia a la Policía. Fue trasladado a la Comisaría 5ta de La Plata y luego al “Pozo” de Banfield, donde permaneció tres meses.

“Llegó un día en que me iban a dar la libertad, me sacaron, y me metieron en una oficina. Había uno que me dice: ‘Pibe, naciste de nuevo, esta noche te vamos a dar la libertad’”.
El sobreviviente relata que lo subieron a un auto, le dieron cinco pesos y lo dejaron al costado de la ruta.

“Corrí y corrí hasta que me cansé”, recuerda. Llegó hasta una estación de servicio en donde le dijeron que estaba en Burzaco y le indicaron cómo regresar a Quilmes. Tiempo después se fue a vivir a San Luis junto a su familia.

“Todos los proyectos quedaron en la nada, acá estoy, es todo lo que les puedo contar”, concluye Rubén.

La próxima jornada del debate oral se realizará el 31 de agostoa las 9 horas con las declaraciones testimoniales de Lautaro Martín Lafleur, Laura Lafleur, y Patricia EvaRinderknecht.

*Cobertura realizada por Carolina Montenegro.

 

Diario del juicio. 24 de agosto de 2021. “RECONSTRUIR EL ROMPECABEZAS”. Recuperado de https://diariodeljuicioar.wordpress.com/2021/09/09/reconstruir-el-rompecabezas/

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